Este libro virtual se llamó en un principio "Obras Escogidas - I", por aquello de que toda selección es una elección. También se hubiera podido llamar "15 cuentos en busca de un editor", pero no sería un título sincero ya que ni mis cuentos ni yo nos hemos abocado en algún momento a esa tarea. Al final, se llama como se llama porque así se llama. Sea como sea, aquí está mi primer libro de cuentos. Pase y lea, es gratis.

No me vas a creer

–El otro día me pasó una cosa increíble...
–¿Me das fuego?
–Si, tomá. No te hacés una idea. Lo primero que pensé fue: “el Claudio no me va a creer cuando se lo cuente”. Resulta que yo venía caminando por la plaza y de repente...
–Dame el yesquero de vuelta que no prendió.
–Si, a ver... parece que ahora agarró. Bueno, resulta que...
–Los cigarros vienen cada vez peor, andá a saber qué porquería le meten. Cualquier cosa menos tabaco. ¿No te parece?
–Si, claro, pero escuchá. Vengo caminando por la plaza y de repente veo que...
–Está fea la plaza ¿no? Llena de pichis, está. Antes no era así.
–Bueno, pero vengo caminando por la plaza y entonces...
–¿Vos no pensás que antes las plazas estaban mucho mas limpias?
–Si, si, pero dejame contarte.
–Claro, dale, contá, contá tranquilo.
–Resulta que vengo caminando por la plaza y de repente me encuentro ¿a qué no sabés con quién?
–Perá, ¿pedimos otra cerveza?
–Si, pedí. Miro para adelante y me encuentro con...
–¡Mozo! ¡Otra cerveza! Dale, seguí.
–Bueno, que miro para adelante y me encuentro nada menos que con Susana. ¿Te das cuenta?
–De qué.
–¡De que después de tantos años me vengo a encontrar con Susana cara a cara en la plaza! Cuando la ví, me dije, esto se lo tengo que contar al Claudio, no me va a creer.
–Dáme fuego.
–Tomá, quedate con el yesquero. Entonces ella agarra y me mira a la cara, y no me vas a creer...
–Se le gastó la piedra, parece. A ver, no, se mojó la ruedita. ¡Salud!
–Si, salud, bueno y entonces ella que me mira y yo que la miro...
–¡Mozo! ¿Puede ser una caja de fósforos? ¿Y entonces?
–Entonces, no me lo vas a creer, ella me sonríe y me dice...
–Gracias, ¿cuanto se debe?
–¿Todo?
–Si, todo. Dejá que pago yo.
–Ochenta y cuatro pesos
–Está bien así.
–Gracias
–Che, Raúl, te dejo, en 10 minutos tengo que encontrarme con Susana, y si no me voy ahora no llego. Después me seguís contando. ¿Sí?.
–Si, chau... Bo, Claudio, devolveme el yesquero ¿querés?.